Mala comunicación mata buena idea
¿Es posible que una gran idea, con un buen servicio, no resulte lo que esperábamos? Sí, es posible cuando se planifica todo, menos la comunicación.
Este caso es reciente, corresponde a la empresa donde trabajo actualmente. Fue (y es) un proyecto donde me involucré personalmente, desde el inicio me gustó, comprendí que era un servicio bien pensado, ideado para la coyuntura actual. Comenzó como todo proyecto: estaba la idea del nuevo producto a lanzar a nuestros clientes, se estableció el grupo del trabajo y el famoso “product owner” que lo llevaría adelante. A medida que íbamos superando etapas del desarrollo en cuestión, todos estábamos felices porque avanzábamos, los números “cerraban”, y los estudios de mercado arrojaban prometedores resultados.
Aunque hubo un aspecto que no tuvimos muy en cuenta. Me corrijo, lo tuvimos en cuento pero lo menospreciamos, supusimos que, al ser tan bueno este servicio, no sería tan importante la comunicación, pensamos que lo importante era que nuestros clientes se enteren de su lanzamiento, y una vez enterados, “vendrían corriendo a pedirlo”. Hoy, nos damos cuenta que fallamos en eso, un “pequeñísimo” detalle que nos condenó a que el primer mes de lanzamiento no estemos llegando a los números proyectados y, lo que es peor, invirtiendo más dinero del que planificamos para poder incrementar esos números.
Y acá estamos, otra vez reuniéndonos para el relanzamiento del producto. Creo que para todos, lo bueno es que aprendimos una gran lección, que la resumo básicamente en no subestimar a los clientes ni darle el peso que se merece en un proyecto a la última etapa: la comunicación al usuario final. El problema es que, lógicamente, este relanzamiento significa mucho más presupuesto del pactado, por lo que el retorno de aquel, estará más lejano en el tiempo, o simplemente tendrán que venderse más cantidades de las pautadas.